A esta hora se empieza a vestir de verde y blanco las tribunas del estadio, para darle la bienvenida a la semifinal, partido de vuelta de la Copa Bridgestone Libertadores.
La ansiedad, los deseos de ver al verde del alma, se impregna en cada aficionado que hoy solo quiere ver jugar al Atlético Nacional. Son 21 años esperando volver a sentir la alegría de llegar a una posible final y son extensos 90 minutos, donde la intranquilidad pero el optimismo hacen parte de la hinchada Verdolaga.
A esta hora se empieza a vestir de verde y blanco las tribunas del estadio, para darle la bienvenida a la semifinal, partido de vuelta de la Copa Bridgestone Libertadores.
La ansiedad, los deseos de ver al verde del alma, se impregna en cada aficionado que hoy solo quiere ver jugar al Atlético Nacional. Son 21 años esperando volver a sentir la alegría de llegar a una posible final y son extensos 90 minutos, donde la intranquilidad pero el optimismo hacen parte de la hinchada Verdolaga.
Todo está listo, los aficionados al buen fútbol visten el coloso de la 74 para recibir con “bombos y platillos” al más veces campeón de Colombia, al equipo que con sus triunfos solo regalan momentos de alegría a miles de niños, jóvenes, adultos y aquellos abuelitos, que desde el primer día de nacimiento, le inculcaron a sus nietos que para ser feliz, simplemente se necesita llevar al Atlético Nacional en el corazón.
