Hace casi siete décadas se fundó no solo un club de fútbol, sino también un estilo, un manual de comportamiento, un sello de calidad, intachable no solo para jugadores, técnicos, acompañantes y administrativos verdolagas, sino también para hinchas. Con el paso del tiempo la huella tuvo un impacto superior.
Hace casi siete décadas se fundó no solo un club de fútbol, sino también un estilo, un manual de comportamiento, un sello de calidad, intachable no solo para jugadores, técnicos, acompañantes y administrativos verdolagas, sino también para hinchas. Con el paso del tiempo la huella tuvo un impacto superior. Surgieron los resultados llamativos, la pasión se generalizó, el acompañamiento se volvió popular y la afición por el equipo se convirtió en algo natural, genuino de nuestro pueblo y traspasó las fronteras regionales para modelar un sentimiento nacional. Somos el equipo con mayor cantidad de aficionados en Colombia y tenemos que recordar nuestra identidad permanentemente para evitar los inexplicables sucesos que ocurren con pocos de nuestros hinchas, que nos representan tantos problemas y extinguen el llamativo esfuerzo de la mayoría en comportarse a la altura de semejante escudo.
Tenemos una mística definida con el paso de los años: acompañamiento popular para una gran exposición deportiva, nacional e internacional. Y esa filosofía significa hacer las cosas bien, dentro y fuera de la cancha, tener una propuesta de vida seria, con profesionalismo, con principios, todo ello en busca de un cada vez mejor espectáculo deportivo, tanto en la cancha como en las tribunas. Los valores que profesamos deben servir como esfuerzo para todos y hacer que cada vez sean más fuertes y notorios. Nuestro orgullo por acompañar estos colores es el reflejo de la verraquera de un pueblo que tuvo la capacidad deportiva de superarse de tal forma que encontró un espacio entre los mejores, por lo cual dignificar este recorrido desde la compañía, es una obligación.
Necesitamos multiplicar nuestro manual de comportamiento. Ustedes son el canal adecuado para llevar este mensaje. Tenemos que replicarlo a todos los vientos, en todas las ciudades, en cada país que visitemos: los vándalos no pueden hacer agachar la cabeza de una afición plagada de campeones. Desde los deportistas, hasta aquellos que viajan horas y horas y con guapeza en bus solo por acompañar esta causa deportiva, honesta, transparente, distinta, única, especial. Nos encanta nuestra afición, sabemos de sus luchas, nos rendimos a su encanto, aplaudimos su entrega. Por eso queremos insistir en nuestro mensaje: no son bienvenidos a nuestro estadio, ni a nuestros desplazamientos, quienes quieren perturbar, intimidar, alterar y trastornar el comportamiento de la raza Verdolaga. El que se construyó a través de décadas y que habla claramente de equivalencia en los actos, igualdad en las formas y unidad de criterios. Disfrutemos a futuro de los juegos del verde en paz y por favor: no más sanciones.
