Así como el scanner del aeropuerto detecta todo lo metálico, la retina de nuestros ojos descubren todo alrededor en medio de la alegría de acompañar esta fabulosa aventura.
Así como el scanner del aeropuerto detecta todo lo metálico, la retina de nuestros ojos descubren todo alrededor en medio de la alegría de acompañar esta fabulosa aventura.
Se prenden los televisores de la sala de espera, pasan los de logística, llegan los jugadores a la sala de espera, el médico y la nutricionista ofrecen el refrigerio, conversaciones por doquier, jugadores entre sí, cuerpo técnico y acompañantes, policías con ganas de fotos, personal del aeropuerto también, venteros del interior del José María aprovechan. Sale gente de todos lados como cuando en Matrix atacaron a Neo.
No pasa el reloj, no se ve el charter, el teléfono suena incesantemente desde Ecuador preguntando por el vuelo del equipo. No se mueven las nubes sobre el aeropuerto, el clima es sensacional con tarde soleada, la pista de aterrizaje está despejada. El jugo de la frutera estaba delicioso, pasan pocas personas por migración, Rueda camina hacia el baño, Borja me saluda con efusividad, la mitad de todo Nacional chatea. Alguien toca mi espalda. Levanto los ojos, veo poca gente. Me dice Marulo que me están esperando. Si corrió el reloj. Por fin.
