El escudo en la camiseta, el grupo pasando, la unión de todos comienza a identificarnos, llegan las preguntas, somos Atlético Nacional de Medellín, Colombia, algunas palmas se escuchan. Silencios también.
En Guarulhos, aeropuerto internacional de San Pablo, terminal por donde pasamos tantas veces sin ser descubiertos, ahora nos acechan, nos miran, nos reconocen. Llega la solicitud de fotos, de autógrafos, se eriza la piel, los agradecimientos van y vienen.
El escudo en la camiseta, el grupo pasando, la unión de todos comienza a identificarnos, llegan las preguntas, somos Atlético Nacional de Medellín, Colombia, algunas palmas se escuchan. Silencios también.
En Guarulhos, aeropuerto internacional de San Pablo, terminal por donde pasamos tantas veces sin ser descubiertos, ahora nos acechan, nos miran, nos reconocen. Llega la solicitud de fotos, de autógrafos, se eriza la piel, los agradecimientos van y vienen.
De pronto, cerca a la puerta 215, llegó la emotividad total. Una matrimonio se acercó, nos dijo que son de Chapecó, sin rodeos nos expresó el agradecimiento eterno con el Club de su pueblo, las palpitaciones se aceleraron. Verlos a ellos, fue encontrarnos con hermanos. Se sintió. No hubo esfuerzos por demostrarlo. Nacional es de Chapecó. Chapecoense es del Valle de Aburrá. Por toda la eternidad.