Andrés Escobar, insignia del fútbol paisa, del estilo del cuadro verdolaga y de los buenos modales en un campo de juego.
No en vano era apodado el ‘Caballero de las canchas’ por su forma gentil y seria de disputar los compromisos cuando tuvo la posibilidad de darse a conocer en el fútbol en 1986. Técnico, responsable y dueño una inteligencia llamativa para salir con el balón controlado, hizo parte del título de la Copa Libertadores con apenas 19 años.
Haciendo dupla con Luis Carlos Perea, el ‘Coroncoro’, se adaptó a las formas de juego que quería el técnico Francisco Maturana con ese Nacional que alcanzó la gloria continental. Salida impecable, orden para frenar al rival y consistencia en zona central. Escobar reunía los requisitos para trabajar aquella defensa zonal de ‘Pacho’.
En la finalísima de la Copa Libertadores, Andrés Escobar se mostró imperial. Olimpia del Paraguay tuvo pocas aproximaciones al arco de Higuita, salió de forma limpia desde el fondo y se sumó en algunas ocasiones a la ofensiva. Eso sin hablar de la tranquilidad y frialdad que tuvo para cobrar el primer disparo en la tanda de penales.
Escobar fue un defensor durante toda su carrera. Debutó con la camiseta verdolaga el 31 de agosto de 1986 ante Unión Magdalena como visitante, a la edad de 19 años, ingresando al minuto 87 por John Jairo Tréllez; su primer partido como titular fue ante Cúcuta Deportivo el 22 de marzo de 1987 con resultado 2-0. Él era un buen cabeceador. Su dorsal fue el número 2, y era conocido por el apodo de «el caballero del fútbol» y «el inmortal número 2». Contribuyó a ganar la Copa Libertadores en 1989, y consiguió los campeonatos de fútbol colombiano de 1991 y 1994, también los subcampeonatos de 1988, 1990 y 1992. Era un gran líder y con su liderazgo ayudó a la formación personal y profesional de jugadores como Faustino Asprilla y Víctor Hugo Aristizábal.