Y fue Dorlan Pabón el hombre que se inventó una jugada genial por el centro de la cancha uludiando rivales, dejando atrás en el camino a los visitantes y metiendo de forma incómoda pero certera un potente remate al palo izquierdo del arquero Bejarano para decretar la ventaja transitoria y merecida para los nacionalistas que veían por sexta vez en el semestre (una por Copa Postobón ante Chicó) un tanto de Pabón que servía para la victoria del equipo (todos los goles de Pabón fueron en partidos en que el triunfo fue para Nacional).
Y fue Dorlan Pabón el hombre que se inventó una jugada genial por el centro de la cancha uludiando rivales, dejando atrás en el camino a los visitantes y metiendo de forma incómoda pero certera un potente remate al palo izquierdo del arquero Bejarano para decretar la ventaja transitoria y merecida para los nacionalistas que veían por sexta vez en el semestre (una por Copa Postobón ante Chicó) un tanto de Pabón que servía para la victoria del equipo (todos los goles de Pabón fueron en partidos en que el triunfo fue para Nacional).
La jugada, la corrida, las gambetas, el disparo, la colocación, el beso y la caricia a la malla lateral del arco capitalino y la celebración de Dorlan Pabón desataron un coro repetido, magnífico y fácil de aprender por todos los asistentes al estadio Atanasio Girardot para cuando Nacional juega de local y que cada vez adquiere más adeptos: «olé, olé, olé, oléééééé, Memín, Memín».